jueves, 6 de septiembre de 2007

LA REBELIÓN AZUL

En tremendo conflicto se metió esta semana el líder de los diputados del PAN, Héctor Larios, y todo por la misma canción de las últimas semanas, aquélla de la gasolina.
Y es que el tema de los costos políticos y la paternidad de las reformas ha tomado mucha más importancia en estos días al interior de la bancada de Acción Nacional de lo que se pensaba.
Según cuentan en los pasillos de San Lázaro, la decisión de los líderes panistas de que se presentara en la Cámara de Diputados la propuesta de aumentar en 32 centavos el precio del litro de la gasolina para que el PRI no asumiera el costo mediático, causó mucha molestia entre los legisladores albiazules.
Primero, los panistas se le lanzaron al cuello a su coordinador el lunes en la reunión previa a la sesión de la Cámara Baja, porque en dicho encuentro les anunciaron lo que venía, algo así como para que estuvieran preparados, pero tales fueron los reclamos que se tuvieron que encerrar nuevamente por la tarde para dirimir sus diferencias.
El segundo round vino este martes, donde la molestia fue creciendo y ya se hablaba de que al menos 30 panistas se estarían rebelando. El tercero se dio ayer y, según relatan las voces del Legislativo, la disidencia albiazul aumentó a 80 legisladores, principalmente de Veracruz, Sonora, Chihuahua, Puebla y Morelos.
Los más molestos son los diputados uninominales, aquellos que tuvieron que hacer campaña en sus estados para ganar la elección y ocupar una curul, porque finalmente son ellos los que tienen que regresar a su ciudad y dar la cara por las decisiones grupales.
El otro argumento para alimentar el enojo panista es que se está imponiendo un costo político por dinero que será para los gobernadores, quienes no tuvieron los pantalones para cargar con la responsabilidad de cobrar este impuesto.
Así, todo parece indicar que la idea de que los panistas se cuadrarían a ojos cerrados con las decisiones de Felipe Calderón para sacar a toda costa la reforma no es tan certera. Claro, dicen por ahí que todos estos reclamos son más bien una especie de catarsis, porque al final del día no les quedará de otra que levantar la mano.

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