jueves, 20 de septiembre de 2007

¿DÓNDE QUEDÓ LA BOLITA?

No se trató de un juego de habilidad mental pero algo de destreza hubo en los diputados del PRI y del PAN para acomodar las piezas de la reforma fiscal y darle de paso un susto pequeño a los legisladores del PRD.
Y es que resulta que el tema de la gasolina no solamente ocupó el primer lugar en las preferencias de nuestros legisladores las últimas semanas sino que también despertó una serie de sentimientos revanchistas en varios de ellos, aunque nadie supo donde quedó finalmente la bolita de los cambios que le negarían a la capital del país las regalías por el aumento de los combustibles.
Lo que pasó es que dentro de la reformas de federalismo que aprobó la Comisión de Hacienda de la Cámara Baja, encabezada por el priísta Jorge Estefan, se incluyó un candado para que ninguno de los recursos del aumento en los precios de la gasolina y el diesel le llegara al Distrito Federal.
Según cuentan en los pasillos de San Lázaro esta jugada de los tricolores y los albiazules era una contraofensiva para los perredistas por su oposición al “gasolinazo”, para orillarlos a tener que decir públicamente si querían o no la bolsa de 1,500 millones de pesos que le daría al DF este ajuste y ponerlos así en evidencia.
Pero misteriosamente el documento final que votaron los diputados el jueves pasado en el pleno no incluía ninguna disposición contra la capital, así que el berrinche que hizo Marcelo Ebrard, acusando a los diputados prácticamente de un complot en su contra, salió sobrando.
Al parecer los duendes que modifican de última hora las reformas y que eran muy famosos hasta hace algunos años reaparecieron en San Lázaro, porque en lo oscurito le quitaron al dictamen el párrafo contra los perredistas.
Obviamente los panistas y los priístas negaron cualquier estrategia para perjudicar al gobierno capitalino y dijeron que el documento final era el efectivo y todo lo demás eran rumores injustificados.
Claro, en el transcurso de la noche ya habían logrado inquietar a los perredistas, incluido Ebrard, quienes por un lado decían no al “gasolinazo” pero por el otro ya estaban sobándose las manos por el dinero extra.
Bien dicen que en la guerra y en el amor, y también en las reformas, todo se vale.

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