jueves, 27 de septiembre de 2007

¿DESCUIDO O INEPTITUD?

Ahora resulta que nuestros legisladores no se dieron cuenta que dentro de la reforma fiscal que aprobaron, y que muchos aplaudieron, venía un transitorio para que el alza en la gasolina se diera a partir de este año.
El tema de la combustibles no quedó en las listas del recuerdo de San Lázaro como muchos pensaban, y en estos días el gusto por la gasolina se extendió a otros territorios, como el de los comerciantes y el incremento en los precios de diferentes productos por eso de las especulaciones.
El punto es que las letras chiquitas de la reforma fiscal dicen que el aumento en el precio de la gasolina se daría a los 15 días después de publicado el decreto en el Diario Oficial de la Federación, lo que se estimaba que se haría antes de finalizar septiembre para que el ajuste se diera a partir de octubre.
Y no faltó el diputado que confesó que no se dieron cuenta que venía dicha disposición en el dictamen que votaron, y hasta algunos acusaron a la Comisión de Hacienda en San Lázaro, que encabeza el priísta Jorge Estefan, de haberlos chamaqueado.
Lo más curioso de todo es que en el documento de la reforma de federalismo que aprobaron los diputados el 13 de septiembre y los senadores un día después, se menciona al menos nueve veces que la fecha para el aumento de la gasolina sería 15 días después de su publicación oficial.
Ante esta situación salta la duda si nuestros legisladores tuvieron un descuido en el palomeo del proyecto o más bien es ineptitud, porque finalmente a ellos se les paga por eso y se sobreentiende que al menos deberían leer lo que discuten en el pleno cameral.
Pero la verdad es que según cuentan en los pasillos de San Lázaro, este tema era más que sabido y hasta se trató en una reunión entre los funcionarios de la Secretaría de Hacienda y los diputados, así que ninguno hoy puede decirse sorprendido.
Más bien, relatan las mismas voces, todo parece indicar que los efectos del “gasolinazo” se les salieron de las manos a las autoridades por eso, tanto el líder de los diputados del PRI, Emilio Gamboa, como el de los del PAN, Héctor Larios, le pidieron a Felipe Calderón que parara la masacre.

jueves, 20 de septiembre de 2007

¿DÓNDE QUEDÓ LA BOLITA?

No se trató de un juego de habilidad mental pero algo de destreza hubo en los diputados del PRI y del PAN para acomodar las piezas de la reforma fiscal y darle de paso un susto pequeño a los legisladores del PRD.
Y es que resulta que el tema de la gasolina no solamente ocupó el primer lugar en las preferencias de nuestros legisladores las últimas semanas sino que también despertó una serie de sentimientos revanchistas en varios de ellos, aunque nadie supo donde quedó finalmente la bolita de los cambios que le negarían a la capital del país las regalías por el aumento de los combustibles.
Lo que pasó es que dentro de la reformas de federalismo que aprobó la Comisión de Hacienda de la Cámara Baja, encabezada por el priísta Jorge Estefan, se incluyó un candado para que ninguno de los recursos del aumento en los precios de la gasolina y el diesel le llegara al Distrito Federal.
Según cuentan en los pasillos de San Lázaro esta jugada de los tricolores y los albiazules era una contraofensiva para los perredistas por su oposición al “gasolinazo”, para orillarlos a tener que decir públicamente si querían o no la bolsa de 1,500 millones de pesos que le daría al DF este ajuste y ponerlos así en evidencia.
Pero misteriosamente el documento final que votaron los diputados el jueves pasado en el pleno no incluía ninguna disposición contra la capital, así que el berrinche que hizo Marcelo Ebrard, acusando a los diputados prácticamente de un complot en su contra, salió sobrando.
Al parecer los duendes que modifican de última hora las reformas y que eran muy famosos hasta hace algunos años reaparecieron en San Lázaro, porque en lo oscurito le quitaron al dictamen el párrafo contra los perredistas.
Obviamente los panistas y los priístas negaron cualquier estrategia para perjudicar al gobierno capitalino y dijeron que el documento final era el efectivo y todo lo demás eran rumores injustificados.
Claro, en el transcurso de la noche ya habían logrado inquietar a los perredistas, incluido Ebrard, quienes por un lado decían no al “gasolinazo” pero por el otro ya estaban sobándose las manos por el dinero extra.
Bien dicen que en la guerra y en el amor, y también en las reformas, todo se vale.

jueves, 13 de septiembre de 2007

EL QUE RÍE AL ÚLTIMO…

Muy enojado se salió ayer el perredista Juan Guerra de la Comisión de Hacienda con el argumento de que no era necesaria su presencia para la votación de las reformas de federalismo cuando todo se había negociado en lo oscurito entre el PRI y el PAN y estaba súper amarrado.
Y es que resulta que si bien en el tema de la semana, aquel que ocupa ya el primer lugar en el ranking de las preferencias de los legisladores, el de la gasolina, los perredistas salieron heroicamente a decir que ellos rechazaron la medida porque con ella se afecta el bolsillo de los mexicanos.
El michoacano Antonio Soto, incluso, ante cualquier micrófono que se le cruzó en los últimos días aprovechó de reiterar que votarían en contra del “gasolinazo" por el efecto inflacionario, aunque nunca pudo manifestar su desacuerdo ante la realidad de que los estados gobernados por el PRD se verían muy beneficiados con la medida.
Pero bien dicen que el que ríe al último, ríe mejor, porque en el documento final que votaron los diputados de la Comisión de Hacienda ayer se incluyó un candado para que ninguna de las regalías por el tema de la gasolina se destine al DF, el principal bastión del sol azteca.
Lo peor de todo es que algunos perredistas confesaron que no se enteraron del contenido del dictamen y la noticia les cayó por sorpresa cuando se les cuestionó sobre esta jugada de última hora de los diputados priístas y panistas.
Y si bien el fallido candidato presidencial del PRD, Andrés Manuel López Obrador, les pidió a sus correligionarios que votaran en contra del aumento en la gasolina, lo que nunca hablaron era de rechazar que estos recursos fueran a manos del gobierno de Marcelo Ebrard.
Ahora sí que a todo parece indicar que a los perredistas les salió más caro el caldo que las albóndigas, porque si quieren que los ingresos adicionales por el aumento de la gasolina lleguen a las arcas capitalinas tendrán que reservarse dicho artículo en la discusión del pleno y pedir en la tribuna el cambio.
Así, todo parece indicar que el tema de la gasolina seguirá sonando en los pasillos de San Lázaro y, según cuentan, hasta podría volverse un clásico del repertorio legislativo.

jueves, 6 de septiembre de 2007

LA REBELIÓN AZUL

En tremendo conflicto se metió esta semana el líder de los diputados del PAN, Héctor Larios, y todo por la misma canción de las últimas semanas, aquélla de la gasolina.
Y es que el tema de los costos políticos y la paternidad de las reformas ha tomado mucha más importancia en estos días al interior de la bancada de Acción Nacional de lo que se pensaba.
Según cuentan en los pasillos de San Lázaro, la decisión de los líderes panistas de que se presentara en la Cámara de Diputados la propuesta de aumentar en 32 centavos el precio del litro de la gasolina para que el PRI no asumiera el costo mediático, causó mucha molestia entre los legisladores albiazules.
Primero, los panistas se le lanzaron al cuello a su coordinador el lunes en la reunión previa a la sesión de la Cámara Baja, porque en dicho encuentro les anunciaron lo que venía, algo así como para que estuvieran preparados, pero tales fueron los reclamos que se tuvieron que encerrar nuevamente por la tarde para dirimir sus diferencias.
El segundo round vino este martes, donde la molestia fue creciendo y ya se hablaba de que al menos 30 panistas se estarían rebelando. El tercero se dio ayer y, según relatan las voces del Legislativo, la disidencia albiazul aumentó a 80 legisladores, principalmente de Veracruz, Sonora, Chihuahua, Puebla y Morelos.
Los más molestos son los diputados uninominales, aquellos que tuvieron que hacer campaña en sus estados para ganar la elección y ocupar una curul, porque finalmente son ellos los que tienen que regresar a su ciudad y dar la cara por las decisiones grupales.
El otro argumento para alimentar el enojo panista es que se está imponiendo un costo político por dinero que será para los gobernadores, quienes no tuvieron los pantalones para cargar con la responsabilidad de cobrar este impuesto.
Así, todo parece indicar que la idea de que los panistas se cuadrarían a ojos cerrados con las decisiones de Felipe Calderón para sacar a toda costa la reforma no es tan certera. Claro, dicen por ahí que todos estos reclamos son más bien una especie de catarsis, porque al final del día no les quedará de otra que levantar la mano.